PRIMER MANDATO


Para las elecciones presidenciales de 1901, se presentaron tres candidatos: el general Manuel Antonio Franco, del banquero guayaquileño Lizardo García y del Dr. Manuel Benigno Cueva. El primero contaba con la oposición conservadora, que le atribuía el crimen del joven periodista Víctor León Vivar; García no era muy conocido en el país, y el tercero estaba invalidado legalmente por haber desempeñado la Vicepresidencia de la República entre 1897 y 1899.

Ante el fracaso de esas candidaturas, José Peralta, Abelardo Moncayo Esparza y el ambateño Juan Benigno Vela Hervas intercedieron reiteradamente ante el presidente Alfaro para que apoyara a Plaza.
El 11 de noviembre de 1900, se inauguró el primer comité placista en Quito y el 14, el de Guayaquil. Finalmente, Alfaro cedió.
El general Leonidas Plaza fue elegido presidente en las elecciones presidenciales de 1901, con 65.781 votos contra los 7.915 para Lizardo García, 182 del general Manuel Antonio Franco y 196 votos a favor de otras personas. Plaza apenas había cumplido los 34 años de edad, pero abrigaba firmes convicciones liberales en cuanto a la separación de la Iglesia y del Estado y gozaba de fama de mediador prudente.
Durante el proceso electoral, Alfaro y Plaza se distanciaron entre sí y ocasionaron el resquebrajamiento ideológico y político del Partido Liberal. Alfaro, arrepentido del apoyo dado, pidió a Gutiérrez que renunciara, pues habían rumores de un entente de Plaza con los conservadores y no quería que el liberalismo fuere traicionado.


Plaza Gutiérrez tomó posesión del mando el 1 de septiembre y no designó a Alfaro para la Comandancia General del Ejército o para la Gobernación del Guayas, como se lo había prometido. El distanciamiento se evidenció aún más. "Plaza ocultaba la energía indomable de su carácter tras una permanente sonrisa placentera y tras una benevolencia ingénita que los observadores superficiales confundían con visible incapacidad para las grandes resoluciones”. Además, su matrimonio con Avelina Lasso Ascázubi le había abierto las puertas de la alta sociedad quiteña.
Su gabinete ministerial quedó conformado de la siguiente manera:
  • Ministerio del Interior: Miguel Valverde.
  • Ministerio de Relaciones Exteriores: César Borja Lavayen, que se excusó y dio paso a José Peralta.
  • Ministerio de Instrucción Pública: Julio Arias.
  • Ministerio de Hacienda: Juan Francisco Game.
  • Ministerio de Guerra y Marina: Flavio Alfaro.
Entonces, con gran habilidad y fondos del Estado compró algunas plumas espléndidas y con dineros de los fondos fiscales hizo publicar periódicos como La Linterna y Sanción, y dio libertad de prensa. Suprimió la policía secreta, impuso orden en la marcha administrativa, intentó dar cierta sensación de honradez y hasta pasó por tacaño en los gastos públicos, pero no se paró en los medios para conseguir sus fines. Con gran sentido práctico procuró que se continuasen los trabajos del ferrocarril y prosiguió la política alfarista de reformas liberales a través de un Congreso dócil y obediente. El 3 de octubre de 1902 se dictó la Ley de Matrimonio Civil y Divorcio y el 13 de octubre de 1904 la Ley de Cultos. El 26 de junio de ese último año habíase producido un enfrentamiento armado en el puesto fronterizo de Angostero y el 28 ocurrió otro peor en Torres Causana, pero no se llegó a la guerra con el Perú.
En esa primera administración Plaza abrió las cárceles. Se despojó de las facultades omnímodas y suprimió la pena de ostracismo, recibiendo a los ex-combatientes fronterizos que también estaban cansados de tantas luchas y guerrillas, de suerte que su período restauró la armonía social del país. Entonces pudo comenzar su labor de progreso a través de nuevas leyes. En 1904 se trató de poner fin al problema territorial con el Perú entregándole una salida al Pacífico al Brasil, lo que no pudo ser aplicado. La obra del ferrocarril avanzó hasta Alausí y se construyó el famoso paso de la nariz del diablo; sin embargo, la reacción clerical continuó activa y los conatos de sublevación, aunque en menor escala que con Alfaro, siguieron produciéndose en la sierra.
Al término de su período impuso la candidatura oficial de Lizardo García, antiguo oponente suyo en 1901 y luego su aliado común contra Alfaro. García triunfó ampliamente, asumió el poder el 1o. de septiembre de 1905 y designó a Plaza Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario en Washington.
Plaza había demostrado en el ejercicio del poder ser un hombre "frío, calculador, no violento, que en las reuniones sociales gustaba cambiar los pesados bailes de etiqueta con las rumbosas chilenas, no sin disgusto de las aristrocráticas damas, pero con gran regocijo de la democrática concurrencia. Era amigo de ganarse la buena voluntad de todos y no le importaba prometer en falso cualquier cosa y eludir luego el cumplimiento con una excusa y una delicada sonrisa, que aún al perjudicado por la falsía le cortaba las alas para ir a engrosar las filas de la oposición. Andaba por las calles sin escolta, sin el andamiaje de la etiqueta presidencial. No se incomodaba ni ante los insultos más groseros ni ante los ataques más despiadados a su honra", según opinión del historiador Wilfrido Loor.
El 1o. de enero de 1906 estalló en Riobamba la revolución alfarista y tuvo que regresar inmediatamente a Guayaquil llamado por el diligente Vicepresidente de la República Dr. Alfredo Baquerizo Moreno. Arribó el 18 de enero, tres días después de ocurrida la batalla de Chasqui que abrió las puertas de Quito a la revolución, pero ni eso lo inmutó y lanzó su célebre frase: "Esta revolución se la sofocará a sombrerazos" y se proclamó Director de la guerra. El día 19, en vista de que el presidente García se había asilado en la legación de Colombia en Quito, reconoció como gobierno legítimo al del Vicepresidente Baquerizo, quien formó su gabinete; pero ese mismo día el Cuerpo de Policía de Guayaquil se declaró por Alfaro, abrió las puertas del cuartel al pueblo, repartieron fusiles y municiones y reconocieron al Dr. Emilio Arévalo como Jefe Civil y Militar de la plaza. Al medio día atacaron el Cuartel de Artillería y el batallón Vencedores. En medio del fragor del combate. Plaza, con el revólver en la mano y viéndose amenazado de muerte, se embarcó a Panamá, siguió a New York y llevó vida de proscrito durante cinco años hasta septiembre de 1911, siendo recibido en Quito con estruendosas ovaciones, cuando regresó en esa fecha.
Alfaro se había caído a consecuencia de un cuartelazo militar y gobernaba constitucionalmente el presidente Emilio Estrada, quien designó a Plaza en el Ministerio de Hacienda, donde permaneció poco tiempo, renunciando por diferencias de criterio con el primer magistrado, para ocupar una Diputación por Esmeraldas.
Muerto Estrada el 21 de diciembre de ese año, se encargó del poder Carlos Freile Zaldumbide, que pasó a ser un títere en manos de Plaza, por el temor reverencial que le guardaba, Al día siguiente Plaza lanzó su candidatura a la presidencia en Quito y fue respondido el 28 con la proclamación de la Jefatura Suprema del General Pedro J. Montero en Guayaquil. Así las cosas, arribó Alfaro al puerto, mientras subía el ejército a la sierra comandado por Flavio Alfaro y bajaba de la sierra otro ejército a las órdenes de Plaza y del General Julio Andrade.
Los primeros encuentros se dieron en los cerros cercanos a Huigra el 11 de enero de 1912 y fueron favorables al ejército de la sierra, que el 14 arribó en tren a Naranjito, ocupando esa plaza tras largo tiroteo. De allí a Guayaquil sólo había un paso, que fue muy disputado.
La población de Milagro, con Enrique Valdez a la cabeza, plegó a Plaza. Alfaro aconsejó desde Guayaquil el abandono de Yaguachi, más su sobrino Flavio no le obedeció y el día 17, haciendo prodigios de valor, resistió varias horas de cruento ataque, fue herido en un muslo y perdió su caballo. Por eso tuvo que retirarse Flavio a Guayaquil, como había sido el plan original y a su arribo fue cancelado por Montero, diviéndose aún más el liberalismo con la separación de los Flavistas. Plaza llegó a enterarse de esto y les mandó a proponer la paz, que fue aceptada en principio.
El 20 se reunieron los comisionados en Durán. Las bases fueron presentadas por los monteristas y el 21 las aprobó Plaza, quien accedió a dar amplias garantías a los vencidos. El 22 entró en el puerto y lo primero que hizo fue mandar a apresarlos, pues en la confianza de que se respetaría lo firmado, los vencidos ni siquiera habían buscado asilo.

Los Cónsules de los Estados Unidos e Inglaterra Hermán Drietrich y Alfred Cartwright, respectivamente, como testigos de honor en Duran, empezaron a gestionar la libertad de los caudillos. El Canciller ecuatoriano Carlos R. Tobar protestó de esta intromisión ante el Ministro yanqui Evan E. Yong, que por esa circunstancia tuvo que ordenar al Cónsul Dietrich, que se abstuviere de tomar parte en la política interna del país y limitara sus atribuciones al cumplimiento de los deberes de su cargo. Esta actuación de Tobar costó la vida a los prisioneros.
Ese mismo día, 24 de enero, arribó a Guayaquil el Ministro de Guerra Juan Francisco Navarro, quien tomó a su cargo la dirección de la situación y ordenó a Plaza que iniciara Consejo de Guerra a Montero.
Plaza telegrafió al presidente Freile Zaldumbide pidiéndole autorización para permitir la salida del país de los prisioneros, pues temía justamente por sus vidas, pero se le contestó que debía remitirlos a Quito.
Por la tarde del 25 de enero, al instalarse el Consejo de Guerra en la Gobernación, el Sargento primero Alipio Sotomayor, de la Compañía del batallón No. 1 de Guayaquil, le disparó un tiro de pistola en la frente a Montero. Luego botaron casa abajo el cadáver, lo arrastraron hasta la plaza de San Francisco e incineraron. Plaza concurrió esa noche al sitio de los acontecimientos e hizo recoger los restos. Entonces apreció en toda su magnitud la gravedad de la situación y comprendiendo que los prisioneros estaban perdidos si eran trasladados a Quito, optó por ausentarse a Manabí dizque a pacificarla, cuando dicha provincia estaba en paz.
A última hora el gobierno dio contraorden cuando los prisioneros habían realizado más de la mitad del trayecto y era imposible su regreso, de suerte que Alfaro y sus tenientes ingresaron al panóptico de Quito a las doce del día del 28 de enero y poco después eran bárbaramente asesinados y sus cadáveres arrastrados hasta El Ejido, donde se les incineró.

Olmedo Alfaro y varios connotados escritores como José Peralta, Roberto Andrade, Vargas Vila, Manuel de J. Andrade escribieron largamente sobre el tema. Plaza resultó el principal acusado, el sumario terminó con una sentencia tardía y meramente declarativa, que atribuyó la responsabilidad principal de esos crímenes al Encargado del Poder Carlos Freile Zaldumbide y a los miembros de su Gabinete.
Mientras tanto habían surgido tres candidatos presidenciales: Plaza por los liberales antialfaristas, Julio Andrade por los liberales moderados y Carlos R. Tobar por los conservadores. Esta división dio lugar a que muchos liberales solicitaran una Asamblea en Quito, Plaza se opuso y sus partidarios gritaron "Plaza o bala. Plaza o nadie".
La tarde del 4 de marzo se acentuaron los rumores de un golpe de estado en favor de Plaza y para evitarlo Freile Zaldumbide ordenó el cambio de tres altos oficiales comprometidos. El Ministro de Guerra, que estaba con Plaza, le puso en alerta, y éste se encaminó a protestar. Freile Zaldumbide trató de explicarle de buenas maneras que solo se trataba de una separación de ciertos oficiales politiqueros, pero fue replicado: "Entienda, que si persiste en ese cambio de jefes, los cuerpos se pronunciaran y no respondo si Ud. y su Gabinete son arrastrados por las mismas calles que lo fueron los Alfaro". El Encargado del Poder, más muerto que vivo, se asustó y llamó al General Julio Andrade. "El General Plaza acaba de salir de aquí y ha venido para amenazarme con un cuartelazo y con hacernos arrastrar". Andrade le tranquilizó y esa misma tarde el Encargado reiteró su orden al Ministro Navarro, pero éste fue a donde Plaza a seguir complotando.
El gobierno tuvo noticias de esa nueva reunión y convocó a una conferencia en Palacio para el día siguiente 5 de marzo, a la que concurrieron el Encargado del Poder, sus Ministros y los Generales Plaza y Andrade. Lo que allí se trató y dijo ha sido muchas veces publicado. Andrade enrostró a Plaza su doblez y díjole: "Mientras yo viva, no será Ud. presidente de la República del Ecuador". Plaza palideció y optó por retirarse con Navarro.

Entonces se produjo en el gabinete la euforia que es de imaginar y le fue ofrecida a Andrade la cartera de Guerra, que aceptó en principio, pero luego meditó mejor y lo consideró impropio de su condición de candidato presidencial; por eso prefirió dirigirse al Ministerio para conferenciar con su amigo Navarro, a quien halló con varios oficiales. "Tengo que hablarle en reserva de un asunto importante". Navarro le replicó "Hable no más, aquí todos somos de confianza". -"Si Ud. no quiere oírme en reserva, se lo diré públicamente. Está Ud. Destituido y yo he sido nombrado para esa cartera". El Ministro quedó anonadado, pero reaccionando inmediatamente hizo salir a todos y dióle explicaciones, que Andrade cometió la debilidad de aceptar, pues le consideraba su amigo; sin embargo, le hizo jurar por su honor que cumpliría las órdenes del Encargado del Poder, tras lo cual le condujo amistosamente al gabinete presidencial, donde Navarro hizo reiteradas protestas de lealtad y se retiró aparentemente de a buenas. Entonces Andrade aceptó el Ministerio de Instrucción Pública y poco después se sirvieron una copa de champagne en casa de Freile Zaldumbide.
Plaza, después de la escena del gabinete, se encontraba muy deprimido y había resuelto partir a Guayaquil donde posiblemente hubiera hallado el apoyo militar que necesitaba, pero varios amigos suyos lo impidieron y se le unió Navarro, quien acababa de salir del gabinete. Fue pues, en ese momento, que Plaza. Navarro y los tres jefes que quería separar Freile Zaldumbide, empezaron a tramar el cuartelazo militar y quizá hasta la muerte de Andrade, único obstáculo para la subida de Plaza al poder.

Entretanto el Intendente Leopoldo Narváez pasó a la casa Presidencial y comunicó al encargado y a sus Ministros que Plaza se hallaba en esos momentos conferenciando con los Jefes de los cuerpos. Andrade contestó "Mejor que mejor, vamos a visitar los cuarteles". Allí les vitorearon y el Encargado y sus Ministros se retiraron a sus domicilios.
Esa tarde, a las cinco, del 6 de marzo, se organizó un mitin de Plaza, quien habló desde el balcón de su casa mientras Navarro visitaba los cuarteles y Freile Zaldumbide era alertado.
A las ocho de la noche hubo otro mitin placista que disolvió la policía, pero ya el Intendente Narváez había sido comprometido por Navarro y actuaba con ellos, pues a esa hora se fue con el Jefe de Zona y cosa de sesenta oficiales más al cuartel Central de Artillería y desde allí envió Navarro su renuncia, a la que se unió la del Ministro de Hacienda J. Federico Intriago, también comprometido.
A las nueve de la noche se reunió el Gabinete. Andrade comprendió que el golpe se daría a la medianoche y fue al cuartel de Policía donde finalmente se hizo cargo de la cartera de Guerra, mientras el Encargado y el resto del gabinete se trasladaban a la Intendencia; a las doce se insurreccionó la policía a favor de Plaza y cuando Andrade salió a enfrentarlos, el Subteniente de Policía Alfredo García le disparó.
Muerto Andrade, se hizo cargo de la situación Plaza, arrestó en sus domicilios al Encargado del Poder y al candidato presidencial conservador Tobar, su antiguo asesor y le ordenó al Dr. Francisco Andrade Marín que asumiera la presidencia de la República.

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